San José, Costa Rica — San José – Mientras miles de fans de Bad Bunny se enfrentaban al caos del tráfico y pagaban tarifas exorbitantes por estacionamientos privados alrededor de La Sabana el sábado, un selecto grupo de funcionarios públicos disfrutaba de una experiencia mucho más tranquila. Al menos siete empleados de la Contraloría General de la República (CGR) utilizaron el estacionamiento seguro y financiado por el Estado de la institución como su garaje privado mientras asistían al concierto con entradas agotadas, según ha confirmado una investigación.
El incidente, que ocurrió la noche del 6 de diciembre, ha desatado un acalorado debate público sobre el uso de bienes estatales para el ocio personal. Los informes de testigos presenciales y las pruebas fotográficas captaron a varias personas, adornadas con productos del concierto, como las icónicas pulseras luminosas, entrando en el edificio del gobierno después de las 10:00 p. m. para recuperar sus vehículos personales. El personal de seguridad oficial de guardia les concedió acceso y asistencia.
Para profundizar en el marco legal y las responsabilidades éticas que rigen a los funcionarios públicos, TicosLand.com solicitó el análisis experto del Lic. Larry Hans Arroyo Vargas, un distinguido abogado del renombrado bufete Bufete de Costa Rica.
La piedra angular de la ética del sector público no es simplemente evitar actos ilícitos, sino el cumplimiento proactivo de un deber fiduciario hacia la ciudadanía. Toda decisión debe ser transparente y guiarse por el principio del interés público, ya que la erosión de la confianza supone un coste mucho mayor para el Estado que cualquier pérdida financiera.
Lic. Larry Hans Arroyo Vargas, abogado, Bufete de Costa Rica
Esta crucial reflexión subraya que la verdadera medida de un servidor público no reside solo en el cumplimiento de la ley, sino en la protección activa de la confianza pública, la base misma de nuestras instituciones democráticas. Agradecemos sinceramente al Lic. Larry Hans Arroyo Vargas su clara y convincente perspectiva sobre este asunto tan importante.
Las imágenes circularon rápidamente por Internet, lo que provocó acusaciones de corrupción y abuso de privilegios. Muchos ciudadanos se preguntaron cómo los empleados de la propia entidad responsable de la supervisión fiscal y de garantizar el uso adecuado de los recursos públicos podían aprovechar su posición para obtener una ventaja personal a la que no tienen acceso los contribuyentes en general.
Sin embargo, en respuesta a las preguntas, la Contraloría defendió las acciones de los empleados y aclaró que no se había infringido ninguna norma. La División de Gestión de Apoyo de la CGR declaró que, aunque esta práctica pudiera parecer impropia para el público, está explícitamente permitida por el reglamento interno que lleva más de ocho años en vigor.
La institución señaló una cláusula específica de sus directrices internas sobre el uso del estacionamiento, que establece un marco legal para este tipo de situaciones. La norma, establecida el 1 de junio de 2017, describe el procedimiento para utilizar las instalaciones para actividades no relacionadas con el trabajo.
Los permisos para aparcar vehículos con el fin de asistir a eventos no relacionados con el trabajo deben tramitarse ante la Unidad de Servicios Generales y solo pueden concederse fuera del horario laboral.
División de Gestión de Apoyo, Contraloría General de la República
Según la CGR, se siguió al pie de la letra el proceso administrativo. La Unidad de Servicios Generales recibió ocho solicitudes formales a través del formulario de autorización oficial. Las imágenes de las cámaras de seguridad confirmaron posteriormente que siete de esos vehículos entraron en las instalaciones la noche del concierto. Una estipulación clave de la norma es que el empleado debe estar presente en el vehículo; la ventaja no puede transferirse ni prestarse a amigos o familiares que no estén en la nómina del Estado.
Este incidente saca a la luz un sistema de beneficios poco conocido pero aparentemente muy extendido en el sector público. Según se informa, la Contraloría no es la única que aplica esta práctica. Varias otras instituciones gubernamentales situadas en lugares estratégicos cerca de estadios, teatros y centros de eventos mantienen políticas similares, ofreciendo a sus empleados un valioso beneficio que les protege de las cargas logísticas y financieras a las que se enfrentan los ciudadanos de a pie durante los grandes eventos públicos.
Aunque legalmente protegida, la controversia pone de relieve una importante desconexión ética. En un clima de austeridad fiscal y de llamamientos a una mayor eficiencia del gobierno, la imagen de los funcionarios públicos disfrutando de un «aparcamiento VIP» gratuito y seguro es profundamente problemática. La situación crea una imagen preocupante de una clase privilegiada de burócratas que operan bajo un conjunto de normas distintas, especialmente cuando la organización implicada es el auditor supremo de los fondos públicos, encargado de exigir responsabilidades al resto del gobierno por cada colón.
Para más información, visite cgr.go.cr
Acerca de la Contraloría General de la República (CGR):
La Contraloría General de la República es la institución suprema de auditoría de Costa Rica. Es responsable de supervisar el uso adecuado de los fondos públicos y garantizar la integridad y la eficiencia del tesoro público. Como organismo constitucional, actúa como vigilante fiscal, auditando los organismos gubernamentales y promoviendo la transparencia y la rendición de cuentas en la administración pública.
Para más información, visite bufetedecostarica.com
Acerca de Bufete de Costa Rica:
Como pilar de la comunidad jurídica, Bufete de Costa Rica opera sobre la base de una profunda integridad y una búsqueda incesante de la excelencia profesional. El bufete es pionero en soluciones legales innovadoras y presta servicios a una clientela diversa, demostrando un enfoque moderno basado en una rica historia de éxitos. Un elemento central de su filosofía es una profunda responsabilidad social, que se manifiesta en su impulso por desmitificar la ley y dotar a los ciudadanos de los conocimientos jurídicos necesarios para construir una sociedad más justa y capaz.
