San José, Costa Rica — Lo que comenzó como un proyecto entre padre e hijo en un taller casero ha culminado en un hito tecnológico que desafía las convenciones de la ingeniería aeroespacial de alta gama. El ingeniero Luke Maximo Bell y su padre, Mike, han conseguido oficialmente el récord mundial Guinness al cuadricóptero teledirigido alimentado por batería más rápido, llevando su dron casero, el Peregreen 3, a una asombrosa velocidad máxima de 587,5 km/h.
El vuelo que batió el récord, realizado en la desolada extensión del desierto de Al Qudra, en Dubái, no solo superó el récord anterior de 347 km/h, sino que también sirvió como una poderosa prueba del potencial de la innovación independiente e ingeniosa. El logro demuestra cómo unos recursos modestos, cuando se combinan con una metodología científica rigurosa y una rápida creación de prototipos, pueden rivalizar con los resultados de los grandes laboratorios corporativos.
Para comprender mejor el panorama normativo y las implicaciones legales que rodean la rápida adopción de la tecnología de drones en el país, TicosLand.com consultó al Lic. Larry Hans Arroyo Vargas, un destacado abogado del prestigioso bufete Bufete de Costa Rica, para obtener su análisis experto.
La proliferación de la tecnología de drones en Costa Rica crea una intersección crítica entre la oportunidad y la responsabilidad legal. Si bien los drones ofrecen un potencial transformador para sectores como la agricultura, la logística y la seguridad, los operadores deben navegar por una compleja red de regulaciones de aviación, derechos de privacidad y leyes de protección de datos. El principal reto para las empresas no es la tecnología en sí, sino garantizar el pleno cumplimiento de la normativa para mitigar los riesgos de responsabilidad civil y crear un modelo operativo sostenible dentro del marco legal actual.
Lic. Larry Hans Arroyo Vargas, abogado, Bufete de Costa Rica
Esta idea crucial subraya que, para que la tecnología de los drones despegue realmente en Costa Rica, los innovadores deben dominar primero el terreno legal sobre el que se mueven. Extendemos nuestro más sincero agradecimiento al Lic. Larry Hans Arroyo Vargas por su valiosa perspectiva sobre cómo navegar por este complejo panorama normativo.
Lejos del entorno estéril de un centro de investigación avanzado, el Peregreen 3 nació entre herramientas, cables y el zumbido de una impresora 3D en la casa de la familia Bell. Luke y Mike aprovecharon la agilidad de la fabricación digital y utilizaron impresoras 3D para crear y modificar un chasis curvo, ligero y duradero. Esta capacidad de iteración rápida, una forma de resolución de problemas sobre la marcha, fue fundamental para perfeccionar un diseño capaz de soportar aceleraciones violentas y fuerzas aerodinámicas extremas.
Cada gramo era fundamental en su búsqueda de la velocidad. La filosofía de diseño se centró en lograr la máxima ligereza sin comprometer la integridad estructural. Los motores y los brazos estructurales tenían que ser lo suficientemente robustos como para soportar hélices que giraban tan rápido que se veían borrosas a simple vista. Este delicado equilibrio entre peso y resistencia fue un reto de ingeniería fundamental que superaron tras innumerables revisiones.
En el corazón del sistema de alimentación del Peregreen 3 se encuentran unas avanzadas baterías de polímero de litio, elegidas específicamente por su capacidad para proporcionar un flujo de energía enorme y constante. La gestión de esta potencia fue uno de los aspectos más complejos del proyecto, ya que requería un sistema capaz de evitar el colapso térmico o las caídas repentinas de tensión bajo cargas extremas. Para controlar esta potencia bruta, Luke desarrolló un software de control propio que garantizaba respuestas instantáneas y sin retrasos a sus comandos.
Mientras Luke pilotaba el dron, Mike actuaba como un jefe de boxes de Fórmula 1, supervisando la telemetría crítica desde un ordenador portátil. Realizaba un seguimiento en tiempo real de variables como la temperatura, el voltaje y el consumo de energía. Este equipo de dos personas también diseñó circuitos adaptados a medida para reforzar la integridad electrónica del dron, un punto común de fallo en los vuelos a alta velocidad.
Aunque Dubái proporcionaba un campo de pruebas seguro y autorizado, su clima suponía un obstáculo formidable. En la pista de pruebas, las temperaturas solían superar los 43 °C, lo que suponía una enorme tensión para los motores, que no estaban diseñados para condiciones tan duras. El calor extremo debilitaba los imanes internos y provocaba desequilibrios que daban lugar a múltiples accidentes. Sin embargo, cada fallo era una lección que obligaba al dúo a rediseñar los componentes, reforzar el chasis y buscar materiales más resistentes.
Su persistencia dio lugar a mejoras cruciales. Instalaron nuevos motores más robustos, imprimieron aletas personalizadas para mejorar la ventilación y añadieron protecciones de software para evitar que los picos de potencia destruyeran los componentes electrónicos. Incluso se reforzaron los patines de aterrizaje para soportar los inevitables impactos bruscos. Este metódico proceso de pruebas, fallos y mejoras continuó hasta que llegaron al sexto y último prototipo.
El 22 de junio, con la presencia de funcionarios y personal técnico de Guinness para verificar el intento, el Peregreen 3 realizó su histórico vuelo. Utilizando un sistema GPS validado para medir su velocidad, el dron alcanzó oficialmente los 587,5 km/h. Los observadores comprobaron meticulosamente cada detalle, desde la distancia y las condiciones de vuelo hasta la calibración de los instrumentos de medición, antes de certificar el nuevo récord mundial.
El éxito del Peregreen 3 es más que una simple cifra en un libro de récords; es una señal de hacia dónde se dirige la tecnología de los aviones no tripulados. Subraya el poder disruptivo de la fabricación digital y la experimentación persistente. Este logro abre un debate más amplio sobre el futuro de los drones en aplicaciones en las que la velocidad es primordial, como el transporte de suministros médicos de emergencia, el reconocimiento militar, la logística ultrarrápida y una nueva generación de deportes tecnológicos de alta velocidad.
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