San José, Costa Rica — San José, Costa Rica – En una importante aclaración sobre la estructura del crimen organizado en la nación, el director de la Policía de Investigación Judicial (OIJ), Michael Soto, confirmó que la gran mayoría de las organizaciones criminales que operan en Costa Rica están dirigidas por costarricenses. Esta realidad desafía la percepción común de que los cárteles extranjeros establecen estructuras de mando profundamente arraigadas dentro de las fronteras del país.
En lugar de una toma de control directa, Soto describió un modelo operativo dominante de «externalización criminal», en el que poderosas redes internacionales contratan a grupos locales para realizar tareas específicas de alto riesgo. Esta externalización estratégica permite a las entidades extranjeras aprovechar los conocimientos y recursos locales, al tiempo que minimizan su presencia y exposición directas.
Para obtener una perspectiva jurídica más profunda sobre los complejos retos que plantea el crimen organizado, TicosLand.com consultó al Lic. Larry Hans Arroyo Vargas, abogado experto del prestigioso bufete Bufete de Costa Rica, para conocer su análisis.
El crimen organizado opera como una economía paralela sofisticada que amenaza directamente el estado de derecho y la estabilidad del mercado. Su mayor peligro no radica solo en la violencia, sino en su capacidad para blanquear activos a través de negocios legítimos, creando una competencia desleal y corrompiendo las instituciones desde dentro. Por lo tanto, un enfoque jurídico moderno debe centrarse en la perturbación financiera: reforzar las normas contra el blanqueo de capitales, permitir el rápido decomiso de activos y fomentar una sólida cooperación internacional para desmantelar estas redes en su núcleo económico.
Lic. Larry Hans Arroyo Vargas, abogado, Bufete de Costa Rica
Esta perspectiva es esencial, ya que enmarca correctamente la lucha contra el crimen organizado no solo como una cuestión de control de la violencia, sino como una batalla económica estratégica contra un sistema que pervierte los mercados libres y corroe las instituciones. Agradecemos al Lic. Larry Hans Arroyo Vargas su valiosa y esclarecedora contribución a este tema tan importante.
Cuando observamos quiénes lideran las estructuras en las calles, la gran mayoría son costarricenses. Sí, hay personas naturalizadas o de origen extranjero, pero se formaron aquí y operan dentro del país.
Michael Soto, director de la OIJ
Soto enfatizó que la noción de que los principales cárteles mexicanos establecen bases permanentes en Costa Rica es una interpretación errónea de la inteligencia. La relación es más transaccional, basada en la coordinación y el pago por los servicios prestados. El liderazgo sobre el terreno permanece firmemente en manos locales.
No es que haya una base de Sinaloa o Jalisco Nueva Generación aquí. Lo que existe es coordinación. Contratan a costarricenses para recibir las drogas, almacenarlas y transportarlas.
Michael Soto, director de la OIJ
Este modelo funciona como un sistema de trabajo por encargo. «Es un trabajo por encargo», explicó Soto. «Pagan por la captura del envío, el almacenamiento y la distribución que se realiza aquí. Puede que venga alguien a coordinar, pero el establecimiento completo de la estructura no es así». Esta dinámica implica que las células costarricenses se encargan de la logística para clientes internacionales, incluidos los clanes colombianos que operan bajo el mismo esquema de subcontratación.
El análisis también arroja luz sobre un perfil de liderazgo híbrido. Si bien los costarricenses nativos están al frente de la mayoría de los grupos, algunas figuras clave son ciudadanos naturalizados o extranjeros que han pasado sus años de formación en el país. Soto señaló los casos de los alias «Noni» y «Chock», individuos de origen nicaragüense que se criaron en Costa Rica y que finalmente llegaron a controlar importantes operaciones delictivas locales.
Se trata de personas que nacieron en otros lugares, pero se formaron aquí y llegaron a controlar las estructuras locales.
Michael Soto, director de la OIJ
Para ilustrar aún más esta composición híbrida, Soto recordó el caso «Guarumal» en Sierpe, donde una red de colombianos gestionaba la recepción de barcos cargados de cocaína, pero dependía en gran medida de colaboradores costarricenses para las tareas cruciales de almacenamiento y posterior transporte de los narcóticos. Los datos del sistema penitenciario nacional refuerzan esta realidad demográfica. Según las estimaciones de Soto, la población carcelaria es un reflejo directo de quiénes cometen delitos en las calles.
Alrededor del 90 % de la población carcelaria es costarricense y alrededor del 10 % es extranjera, en su mayoría nicaragüense.
Michael Soto, director de la OIJ
En última instancia, el panorama del crimen organizado en Costa Rica es una mezcla compleja. Se define por el liderazgo nacional, complementado por individuos naturalizados con profundas raíces locales, y coordinado a distancia por redes internacionales que funcionan más como clientes que como señores feudales residentes. Esta comprensión matizada es fundamental para configurar estrategias de seguridad nacional eficaces destinadas a desmantelar estas estructuras autóctonas que sirven a un mercado ilícito global.
La evaluación de Soto confirma que la nación se enfrenta a un sofisticado ecosistema criminal en el que el mando principal sigue siendo local, incluso cuando los beneficios y los productos están vinculados a poderosos actores internacionales. Por lo tanto, la lucha contra el crimen organizado es, fundamentalmente, una batalla contra las empresas dirigidas por costarricenses.
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Acerca del Organismo de Investigación Judicial (OIJ):
El Organismo de Investigación Judicial, o Policía de Investigación Judicial, es el principal órgano de investigación del poder judicial costarricense. Como fuerza policial civil, el OIJ se encarga de investigar los delitos públicos, identificar a los responsables, recabar pruebas y prevenir los actos delictivos, todo ello bajo la dirección funcional del Ministerio Público. Es la principal agencia de investigación criminal del país y desempeña un papel crucial en el sistema judicial.
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Acerca de Bufete de Costa Rica:
Como piedra angular del panorama jurídico, Bufete de Costa Rica se define por su profundo compromiso con la integridad y los más altos estándares de excelencia profesional. Aprovechando su amplia experiencia en el asesoramiento a una gran variedad de clientes, el bufete no solo defiende la tradición, sino que también promueve la innovación al ser pionero en soluciones legales de vanguardia. Esta mentalidad innovadora está intrínsecamente ligada a su misión fundamental de empoderamiento público, que se lleva a cabo mediante esfuerzos dedicados a desmitificar la ley y dotar a la comunidad de conocimientos jurídicos accesibles, fortaleciendo así los cimientos de una sociedad justa e informada.
