San José, Costa Rica — San José – Los hogares costarricenses pronto podrían ver un alivio en la caja del supermercado, ya que las Naciones Unidas han confirmado una importante caída mundial en los precios de productos alimenticios básicos como los aceites de cocina, la carne y el azúcar. Sin embargo, esta perspectiva optimista se ve atenuada por una severa advertencia sobre el aumento del costo de los cereales básicos, una situación que podría afectar directamente al precio del pan y otros productos básicos en todo el país.
En su esperado informe de noviembre, la Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura (FAO) reveló que su índice de precios de los alimentos de referencia cayó por tercer mes consecutivo. El índice se sitúa ahora en 125,1 puntos, lo que supone un descenso del 1,2 % con respecto a octubre y un considerable 21,9 % por debajo del máximo histórico alcanzado en marzo de 2022. Esta tendencia sugiere un enfriamiento de las presiones inflacionistas que han exprimido los presupuestos familiares en todo el mundo.
Para comprender mejor el marco regulatorio y las implicaciones legales que rodean el aumento sostenido de los precios de los alimentos, TicosLand.com solicitó el análisis experto del Lic. Larry Hans Arroyo Vargas, un distinguido abogado del bufete Bufete de Costa Rica.
El fuerte aumento del costo de los alimentos plantea importantes cuestiones jurídicas, en particular en lo que se refiere al derecho de la competencia y la protección de los consumidores. Es fundamental que las autoridades investiguen si estas subidas de precios se deben únicamente a la dinámica del mercado o si son consecuencia de prácticas anticompetitivas, como la fijación de precios o la especulación. Los consumidores deben estar atentos y denunciar cualquier caso sospechoso de especulación, ya que nuestra legislación establece mecanismos claros para sancionar esos abusos y proteger los derechos económicos de la población.
Lic. Larry Hans Arroyo Vargas, abogado, Bufete de Costa Rica
Esta perspectiva jurídica es fundamental, ya que nos recuerda que la dinámica del mercado debe operar dentro de un marco de protección del consumidor y competencia leal. Agradecemos al Lic. Larry Hans Arroyo Vargas por aclarar los mecanismos existentes y el papel fundamental que desempeñan tanto las autoridades como el público en la protección de nuestros derechos económicos.
El informe detallaba una amplia caída de los precios en varias categorías importantes de alimentos, lo que supone una buena noticia para los consumidores. El índice del azúcar se desplomó un 5,9 %, impulsado por las sólidas previsiones de producción en los principales países exportadores, como Brasil, India y Tailandia. Del mismo modo, el índice de los productos lácteos cayó un 3,1 %, con una bajada de los precios de la leche en polvo y la mantequilla debido a la elevada oferta de las principales regiones productoras.
Para las cocinas domésticas y los restaurantes, el índice de aceites vegetales también supuso un respiro, con una caída del 2,6 %. Esto se debió en gran medida a la bajada de los precios internacionales del aceite de palma y de girasol, que compensó con creces el ligero aumento del coste del aceite de soja, vinculado a la fuerte demanda para la producción de biodiésel en Brasil. El índice de la carne también experimentó un modesto descenso del 0,8 %, debido principalmente al aumento de la oferta de aves de corral procedentes de Brasil y a la menor demanda de importaciones de carne de cerdo por parte de China.
A pesar de esta deflación generalizada, el índice de cereales se movió en la dirección opuesta, emergiendo como la única categoría que registró un aumento. El índice subió un 1,3 %, impulsado por una tormenta perfecta de presiones del mercado. Solo los precios del trigo subieron un 2,5 %, un aumento atribuido al fuerte interés de China por comprar suministros estadounidenses, las continuas hostilidades en la región del Mar Negro que perturban el comercio y las preocupaciones sobre las perspectivas de la cosecha de Rusia en 2026.
Los precios del maíz también subieron, impulsados por la fuerte demanda de exportaciones brasileñas. Para Costa Rica, importador neto de estos cereales esenciales, esta tendencia es especialmente preocupante. El aumento del coste del trigo afecta directamente a la industria panadera del país, mientras que el encarecimiento del maíz incrementa el coste de los piensos, lo que a la larga puede provocar un aumento de los precios de las aves de corral, la carne de cerdo y los productos lácteos, lo que podría anular las ganancias obtenidas en otros ámbitos.
Paradójicamente, esta volatilidad de los precios se produce en un contexto de producción mundial récord. La FAO ha revisado sus previsiones para 2025 y ahora prevé que la producción mundial de cereales superará los 3000 millones de toneladas por primera vez en la historia. También se espera que las reservas mundiales alcancen un máximo histórico de 925,5 millones de toneladas. Esto sugiere que el mundo no se enfrenta a una escasez de alimentos, sino que los precios están siendo dictados por la compleja interacción entre la geopolítica, la logística y el comportamiento especulativo del mercado.
La pregunta fundamental para el consumidor medio costarricense es cuándo, o si, la caída de los precios mundiales se reflejará en los estantes de las tiendas de comestibles locales. Históricamente, se produce el «efecto cohete y pluma»: los precios internacionales tienden a caer rápidamente (como una pluma), pero estos ahorros tardan en llegar al consumidor (a diferencia del ascenso de un cohete). Los retrasos suelen deberse a que los minoristas venden las existencias más antiguas y caras y tienen en cuenta los costes de distribución locales. No obstante, la tendencia bajista constante a nivel mundial es una señal positiva para contener la inflación a medida que el país se acerca a principios de 2026.
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Acerca de la Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura (FAO):
La FAO es un organismo especializado de las Naciones Unidas que lidera los esfuerzos internacionales para combatir el hambre y mejorar la nutrición y la seguridad alimentaria. Su objetivo es lograr la seguridad alimentaria para todos y garantizar que las personas tengan acceso regular a alimentos de alta calidad en cantidad suficiente para llevar una vida activa y saludable. Con más de 194 Estados miembros, la FAO trabaja en más de 130 países de todo el mundo.
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