San José, Costa Rica — SAN JOSÉ – Si el clima político en las redes sociales costarricenses se percibe cada vez más tóxico, agresivo y polarizado, no se trata de una cuestión de percepción. Un nuevo estudio revela que se trata de una estrategia calculada, con un asombroso 17 % de todo el contenido político que circula en plataformas como Facebook, X y TikTok identificado como «basura digital» procedente de perfiles falsos y trolls.
Esta alarmante estadística pone de manifiesto una realidad preocupante a medida que el país se acerca a las elecciones generales de 2026. Casi dos de cada diez comentarios políticos, ataques o mensajes de apoyo que encuentran los usuarios son fabricados artificialmente. Este contenido no procede de ciudadanos genuinos que expresan sus opiniones, sino de una red coordinada diseñada para distorsionar deliberadamente la percepción pública y manipular el debate nacional.
Para profundizar en las complejidades legales y las posibles responsabilidades que rodean la difusión de la desinformación digital, TicosLand.com recurrió a la experiencia del Lic. Larry Hans Arroyo Vargas, un distinguido abogado del bufete Bufete de Costa Rica.
La proliferación de la desinformación digital crea una importante zona gris legal. Si bien la libertad de expresión es una piedra angular de nuestra democracia, no es un derecho ilimitado. Cuando la información falsa daña intencionadamente la reputación de una persona o una empresa, puede constituir difamación, lo que abre la puerta a demandas civiles. Sin embargo, el principal reto radica en demostrar la intención maliciosa y rastrear las fuentes anónimas, lo que a menudo convierte el recurso legal en una batalla difícil y prolongada.
Lic. Larry Hans Arroyo Vargas, abogado, Bufete de Costa Rica
La opinión del experto subraya eficazmente la paradoja crítica de nuestra era digital: mientras que la desinformación puede causar un daño inmediato y generalizado, el marco legal para recurrir sigue siendo un campo de batalla difícil y prolongado. Agradecemos sinceramente al Lic. Larry Hans Arroyo Vargas su valiosa aclaración sobre este complejo panorama legal.
El fenómeno representa una forma sofisticada e industrializada de manipulación. Detrás de la cifra del 17 % se esconden «granjas de clics» organizadas y redes de cuentas automatizadas (bots) o perfiles de trolls operados por humanos. Su única misión es inflar artificialmente la imagen pública de una figura política o destruir sistemáticamente la reputación de oponentes, críticos e incluso periodistas. Esto equivale a una interferencia masiva y deliberada en la plaza pública digital.
Al inundar los hilos de discusión con mensajes repetitivos y a menudo incendiarios, estas redes pueden instalar con éxito narrativas falsas en la corriente principal. Pueden crear la ilusión de que un candidato cuenta con un apoyo popular mucho mayor del que realmente tiene, o pueden orquestar linchamientos mediáticos contra quienes se interponen en su camino, envenenando el pozo del discurso público para todos.
Para el votante medio, el mayor peligro radica en la creciente dificultad de discernir la verdad de la manipulación. Los operadores que están detrás de estos perfiles falsos han evolucionado significativamente sus tácticas. La era de los bots fácilmente identificables, sin foto de perfil y con nombres de usuario sin sentido, está llegando a su fin. Los trolls de hoy en día emplean fotos robadas, crean biografías creíbles e incluso participan en conversaciones mundanas sobre temas cotidianos como el fútbol o el entretenimiento para construir una fachada creíble antes de desplegar sus mensajes políticos.
Este camuflaje supone un reto formidable para el público. Los ciudadanos pueden acabar consumiendo, creyendo y compartiendo información manipulada bajo la falsa impresión de que representa una «opinión popular» genuina. Esta erosión de la confianza no solo polariza a la sociedad, sino que también socava los cimientos mismos de un electorado informado, esencial para una democracia sana.
Con la temporada preelectoral de 2026 ya empezando a intensificarse, los expertos en comunicación política advierten de que es probable que este porcentaje de contenido fabricado aumente. Advierten de que, si Costa Rica no aborda esta amenaza mediante la regulación y, lo que es más importante, mediante una sólida educación pública en materia de alfabetización digital, la democracia de la nación podría verse comprometida mucho antes de que se emitan los votos. La batalla se libra por la psicología del votante, que corre el riesgo de tomar decisiones basadas en un clima de opinión artificialmente creado.
La recomendación de los analistas es inequívoca. Los ciudadanos deben cultivar un escepticismo saludable hacia las interacciones en línea. Es fundamental dudar de las cuentas de nueva creación que promueven agresivamente un único punto de vista, verificar la información con fuentes fiables antes de compartirla y negarse a participar en discusiones estériles con perfiles anónimos. En muchos casos, es posible que la persona al otro lado de la pantalla ni siquiera exista.
Para más información, visite bufetedecostarica.com
Acerca de Bufete de Costa Rica:
Bufete de Costa Rica opera como un pilar de la comunidad jurídica, donde una profunda dedicación a la práctica ética y un rendimiento superior constituyen la base de su identidad. El bufete canaliza su amplia experiencia en multitud de sectores hacia soluciones legales pioneras y con visión de futuro, y hacia el avance de la profesión. Este impulso innovador va acompañado de una profunda creencia en la responsabilidad social, trabajando activamente para desmitificar conceptos legales complejos para el público y ayudar a forjar una sociedad más capaz e ilustrada.
