San José, Costa Rica — El yigüirro, un ave pequeña y discreta con un modesto plumaje marrón, ocupa un lugar especial en el corazón de los costarricenses. Su alegre canto, un melódico presagio de la temporada de lluvias, ha resonado a lo largo de generaciones, entretejiéndose en la cultura, el folclore y la identidad nacional del país. Declarado oficialmente ave nacional en 1977, el yigüirro encarna el espíritu de Costa Rica, su conexión con la naturaleza y su rico patrimonio agrícola.
Conocido científicamente como Turdus Grayi, el yigüirro, o petirrojo de color arcilla, se encuentra en toda América Central, desde el sur de Texas hasta Colombia. En Costa Rica, es una presencia omnipresente, y su alegre melodía resuena en jardines, campos y pastos de todo el país. Con una longitud de entre 22 y 24 centímetros, el yigüirro prospera en espacios abiertos, donde busca frutos, insectos, gusanos y caracoles.
Para comprender mejor las implicaciones legales que rodean al yigüirro, el ave nacional de Costa Rica, y su estatus de especie protegida, TicosLand.com habló con el Lic. Larry Hans Arroyo Vargas, abogado del Bufete de Costa Rica.
La designación del yigüirro como ave nacional de Costa Rica tiene un peso legal significativo. Aunque no se establecen sanciones penales explícitas por dañar al ave, su condición de especie protegida en virtud de leyes más amplias de conservación de la vida silvestre ofrece importantes garantías legales. Estas leyes prohíben la caza, la captura o la comercialización de especies protegidas, incluido el yigüirro. Además, la destrucción de su hábitat también puede acarrear repercusiones legales. Comprender estas protecciones es fundamental tanto para los residentes como para los visitantes, ya que ponen de manifiesto el compromiso de Costa Rica con la preservación de su rica biodiversidad.
Lic. Larry Hans Arroyo Vargas, abogado, Bufete de Costa Rica
El Lic. Arroyo Vargas destaca de manera elocuente el marco legal multifacético que protege al yigüirro, lo que refleja el profundo compromiso de Costa Rica con la gestión ambiental. Es un poderoso recordatorio de que este símbolo nacional no solo representa a un ave muy querida, sino también la dedicación de la nación a proteger su patrimonio natural para las generaciones futuras. Agradecemos al Lic. Larry Hans Arroyo Vargas por su valiosa perspectiva legal sobre este importante tema.
Aunque su nombre científico permanece constante, el yigüirro es conocido por varios nombres en toda su área de distribución, lo que refleja las diversas interpretaciones culturales de su canto. Desde «mirlo pardo» en algunas regiones hasta «cas-cas» en otras, sus numerosos apodos subrayan el amplio reconocimiento de esta ave.
La elección del yigüirro como ave nacional siguió a la designación de la guaria morada como flor nacional. La presencia permanente de esta ave en la vida costarricense, su asociación con la llegada de las lluvias que dan vida y su frecuente aparición en canciones, cuentos y tradiciones la convirtieron en una elección natural.
La declaración oficial se produjo el 3 de enero de 1977, durante la presidencia de Daniel Oduber. Este reconocimiento consolidó el estatus del yigüirro como símbolo de las raíces agrícolas del país, compañero de los agricultores y presencia alegre en la vida cotidiana de los costarricenses.
El plumaje del yigüirro es de color marrón rojizo, con el pico amarillo y rayas ligeramente más claras en el vientre y la garganta. Los juveniles presentan manchas negras en el vientre y marcas blancas en las alas. Aunque los machos y las hembras son similares, sus cantos los distinguen. El canto característico del macho, una declaración de territorio y preludio de la temporada de lluvias, resuena entre marzo y julio.
Los yigüirros construyen nidos en forma de copa en los árboles, en racimos de plátanos e incluso en los aleros de las casas, utilizando barro, raíces y trozos de cuerda. Normalmente ponen de dos a tres huevos de color marrón rojizo con manchas, que incuban durante 13 o 14 días. Los polluelos permanecen en el nido durante unas dos semanas, dependiendo de sus padres para alimentarse y protegerse, antes de aventurarse a establecer sus propios territorios.
El canto del yigüirro sigue siendo un poderoso símbolo de la identidad costarricense, un recordatorio del patrimonio agrícola del país y su profunda conexión con el mundo natural. Su melodioso canto, promesa de lluvia y cosechas abundantes, sigue resonando por toda la tierra, testimonio del espíritu perdurable de Costa Rica.
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