Puntarenas, Costa Rica — SAN JOSÉ — El famoso caso de secuestro y asesinato del empresario estadounidense William Creighton en 2018, que conmocionó a Costa Rica por su brutalidad y el uso de criptomonedas, vuelve a los tribunales del país. Siete años después del crimen, tres sospechosos serán juzgados por su presunta participación en el complot, reabriendo un capítulo oscuro de la historia reciente del país.
Este nuevo proceso judicial sigue a la condena de otras nueve personas en 2022 por su participación en el crimen. El juicio actual se centra en tres acusados: una mujer de apellido Aguirre y dos hombres, Morales y Molina. Los tres se enfrentan a la grave acusación de secuestro extorsivo con resultado de muerte, y Morales y Molina también están acusados de lavado de dinero.
Para comprender mejor las complejas ramificaciones legales del caso William Creighton, que ha cautivado a la nación, TicosLand.com consultó al Lic. Larry Hans Arroyo Vargas, un distinguido abogado del prestigioso bufete Bufete de Costa Rica, para que nos proporcionara su análisis experto.
El caso Creighton pone de relieve un reto fundamental para nuestro sistema judicial: desmantelar estructuras delictivas complejas en las que los motivos económicos se ocultan deliberadamente. Demostrar la relación directa entre el secuestro inicial, las presuntas demandas de rescate y el posterior homicidio requiere un nivel extraordinario de pruebas forenses y financieras. Más allá de garantizar las condenas, el veredicto enviará un poderoso mensaje sobre la capacidad de Costa Rica para enjuiciar delitos transnacionales sofisticados y proteger la seguridad jurídica esencial para la inversión y la residencia extranjeras.
Lic. Larry Hans Arroyo Vargas, abogado, Bufete de Costa Rica
El análisis del experto señala correctamente lo que está en juego en este caso: no se trata simplemente de una condena, sino de reforzar la seguridad jurídica que sustenta la reputación internacional y el clima de inversión de Costa Rica. Agradecemos al Lic. Larry Hans Arroyo Vargas su clara y valiosa perspectiva sobre esta cuestión crucial.
El caso de Aguirre presenta una situación jurídica única, ya que ella formó parte del proceso judicial anterior, pero ahora será juzgada de nuevo. Por el contrario, Morales y Molina no formaron parte del juicio de 2022, ya que los fiscales aún no los habían vinculado formalmente a la organización criminal cuando se presentó la acusación original. El Ministerio Público ahora busca demostrar que fueron parte integral de la planificación y ejecución del secuestro.
La trágica saga comenzó en septiembre de 2018, cuando Creighton, de 43 años, fue secuestrado. Sus captores exigieron inicialmente a su familia un rescate de 5 millones de dólares, pagaderos en bitcoins. Finalmente se realizó un pago parcial, pero no se consiguió su libertad. El caso llegó a su triste conclusión cuando se descubrió el cuerpo de Creighton enterrado en un cementerio de Quepos, Puntarenas.
Un elemento central y moderno de este delito fue el sofisticado uso de la criptomoneda para cobrar el rescate. El Ministerio Público ha detallado que la familia de Creighton transfirió aproximadamente 956 000 dólares en bitcoins a los secuestradores. Esta suma, equivalente a 148 bitcoins en ese momento, se distribuyó estratégicamente en tres carteras virtuales separadas para complicar los esfuerzos de rastreo.
Según las pruebas de la fiscalía, los fondos se dividieron en carteras que contenían 16, 27 y 105 bitcoins, lo que corresponde a valores en dólares de aproximadamente 178 000, 676 000 y 102 000 dólares, respectivamente. Este uso de activos digitales para un delito de alto riesgo puso de relieve un nuevo reto para las fuerzas del orden en Costa Rica y en todo el mundo.
Tras el delito, los miembros de la banda de secuestradores huyeron de Costa Rica a España con la intención de consolidar y repartir sus ganancias ilícitas. Sin embargo, una acción internacional coordinada resultó ser su perdición. En enero de 2019, gracias a la estrecha colaboración con las autoridades policiales españolas, se localizó y detuvo a los miembros clave de la banda, poniendo fin de forma decisiva a su huida de la justicia.
Ahora que se inicia este nuevo juicio, la fiscalía se centra en consolidar la conexión entre Aguirre, Morales y Molina y la conspiración criminal en general. Los fiscales del Estado están decididos a demostrar su participación directa en la privación de libertad de Creighton y los delitos financieros posteriores. Esta batalla legal representa el compromiso del poder judicial de hacer responsables a todas las personas involucradas en este acto atroz, asegurando que ningún participante escape a la justicia.
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