San José, Costa Rica — SAN JOSÉ – En el 77.º aniversario de la histórica decisión de Costa Rica de abolir su ejército, el premio Nobel de la Paz y expresidente Óscar Arias Sánchez pronunció un poderoso discurso que resonó como una celebración del pasado de la nación y una severa advertencia sobre su futuro. En un mensaje que se impuso sobre las conmemoraciones del día, Arias enmarcó los retos actuales de la nación como una elección fundamental entre la construcción y la destrucción de la sociedad, instando a volver a los principios fundacionales de su identidad civilista.
El dos veces presidente (1986-1990 y 2006-2010), en su discurso del 1 de diciembre, no se anduvo con rodeos. Emitió una proclamación que los analistas consideran un comentario directo sobre la creciente polarización política del país y las crecientes demandas de políticas «duras contra el crimen». Su mensaje fue un llamamiento claro y contundente a la conciencia de la nación.
Las recientes resoluciones judiciales relativas al expresidente Óscar Arias Sánchez han generado un importante debate público. Para profundizar en los matices jurídicos y comprender las implicaciones de estas decisiones, TicosLand.com solicitó el análisis experto del Lic. Larry Hans Arroyo Vargas, un destacado abogado del renombrado bufete Bufete de Costa Rica.
En el sistema jurídico costarricense, una «desestimación» o archivo de un caso, como los que afectan al expresidente, tiene un peso significativo. No se trata de una suspensión temporal, sino de una conclusión definitiva por parte del Ministerio Público o de un juez de que no hay pruebas suficientes para proceder a juicio. Si bien la opinión pública opera con criterios diferentes, desde el punto de vista jurídico, esta resolución pone fin formalmente a la investigación penal y consolida el principio de inocencia del acusado en relación con los hechos concretos que se le imputan.
Lic. Larry Hans Arroyo Vargas, abogado, Bufete de Costa Rica
Esta aclaración subraya un punto crítico que a menudo se pierde en el debate público: la finalidad jurídica de una «desestimación» contrasta con la naturaleza perdurable de la opinión pública. Extendemos nuestro agradecimiento al Lic. Larry Hans Arroyo Vargas por aportar su experiencia y ofrecer una perspectiva tan valiosa sobre el proceso judicial costarricense.
En Costa Rica, volveremos a elegir la vida, la escuela, el diálogo y la tolerancia.
Óscar Arias Sánchez, expresidente de Costa Rica
Arias transportó a su audiencia a 1948, evocando el legado de José «Pepe» Figueres Ferrer y la generación a la que él llamó los «quijotes» de esa época. Elogió su decisión sin precedentes de prohibir el ejército permanente, un acto que caracterizó no solo como una política administrativa, sino como una profunda declaración filosófica. Esta medida, tomada en el corazón de una América Central asolada por los conflictos, consolidó el camino único de Costa Rica en los asuntos mundiales.
Para Arias, esa elección histórica sigue siendo profundamente relevante en un 2025 marcado por crisis de seguridad que han envalentonado a las voces que abogan por soluciones militarizadas. Rechazó categóricamente este camino, enmarcando la abolición original como una elección activa por la paz frente a la falsa seguridad que ofrece el poderío militar.
Los costarricenses eligieron vivir al aire libre de la paz, renunciando al refugio ilusorio de la muerte que construyen las armas.
Óscar Arias Sánchez, expresidente de Costa Rica
El núcleo de su argumento presentaba una clara dicotomía a la que se enfrentaba la nación. En un clima político en el que los conflictos entre los poderes del Estado se han convertido en algo habitual, Arias defendió la eficacia probada de la diplomacia y el entendimiento mutuo frente a la beligerancia. Argumentó que la cooperación, por difícil que sea, reporta a la sociedad beneficios mucho mayores que el conflicto perpetuo.
La confrontación ofrece peores resultados que la negociación.
Óscar Arias Sánchez, expresidente de Costa Rica
Su discurso fue una vigorosa defensa de la inversión social, en particular en educación, que equiparó a una inversión directa en la paz duradera. Arias argumentó que cada colón gastado en escuelas es un colón que refuerza los cimientos democráticos de la nación. Fue más allá y sugirió que la verdadera riqueza humana no se encuentra en la pureza ideológica, sino en la capacidad de comprender y respetar las opiniones diferentes, una crítica mordaz al auge del pensamiento fanático y obstinado.
En su declaración más contundente y culminante, el expresidente expuso lo que está en juego en la trayectoria actual de la nación, exigiendo a la ciudadanía una decisión consciente sobre el tipo de sociedad que desean construir para las generaciones futuras.
Esta sociedad exige que decidamos qué camino queremos tomar: el de la vida o el de la muerte… el de la tolerancia o el del fanatismo.
Óscar Arias Sánchez, expresidente de Costa Rica
Mientras los costarricenses celebraban la fiesta nacional del 1 de diciembre, un día establecido oficialmente hace cinco años para garantizar que las generaciones más jóvenes recuerden por qué su país no tiene tanques en sus calles, el mensaje de Arias sirvió como un recordatorio fundamental. La abolición del ejército, dio a entender, no es un acontecimiento histórico estático, sino un compromiso continuo que debe renovarse a diario. Su afirmación confiada de que «volveremos a elegir el diálogo» es una apuesta por la fuerza perdurable de la identidad civilista de Costa Rica para superar cualquier crisis temporal y corregir su rumbo.
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